Amanecía con un soleado y frío día en tierras monfortinas. Hasta ahora incluso los vecinos se estaban portando bien. Esa es otra. Llegas a una pequeña aldea. A lo sumo unos 300 habitantes. Comienzan a pasar coches, camiones, y un sinfín de personas, que sabedores cada uno de su tarea, comienzan a desfilar ante la atónita mirada de los lugareños. Pasan carros de focos por delante de sus ojos, el director conversando con los actores… y yo me imagino que se preguntarán. Al principio como es de esperar intentas ayudarles a comprender que se trata de un rodaje, y luego como picados por la curiosidad se dejan ver por el set, casi mimetizados con el equipo… es simpático ver lo que genera el cine. Ilusión.
Ese día nos citamos en el set a las 10.00 de la mañana. Una hora más que razonable. Seis secuencias que a priori podríamos despachar fácil. El equipo funciona muy bien y pronto nos ponemos en marcha. Arrancamos con la secuencia en la que trasladan a los pacientes de la clínica por lo que necesitábamos algunos figurantes. Agradecer a Fabio, Tensi, Rober… su participación como figurantes. Incluso yo “actué” empujando una camilla y perdiéndome pasillo arriba. Ver como todos están dispuestos a perder sus miedos delante de la cámara y hacer su pequeña aportación artística es de agradecer. Amanita tiene asegurado gente currante porque da igual para qué los llame. Siempre están dispuestos a ayudar.
Mañana cerramos el cortometraje… va a ser un día muy muy largo.