Seguíamos en el comedor. Era martes y pasamos toda la mañana allí. Para la tarde poder empezar con el despacho. Hoy se presentaba a escena Madame Lily, interpretada por ese talento innato que es Ana del Arco. Tocaba grabar una de esas escenas que sobre guión parecen tan complicadas. Es una conversación entre Lily y el Vizconde sobre sus sentimientos mutuos. Nunca dejando claro sus amorosas intenciones, puesto que Madame Lily está casada, pero si dejando entrever que entre ellos existe algo más que una simple amistad. Por guión era una secuencia que parecía “ñoña”, incluso en algunos momentos demasiado infantil. Pero David, el director, tenía claro en su cabeza que esa secuencia iba a funcionar. Yo aposté por él y os aseguro que funcionó. David me está demostrando ser un genio, sabiéndose adaptar en cada momento a las necesidades de producción y apostando por su película, que muchas veces, sólo él tiene claro… pero al fin y al cabo, acertando. Ana y Borja desplegaron una química fantástica y convirtieron lo que a priori era una secuencia difícil en algo bello, en algo mágico.
Como sabéis estábamos rodando en el Pazo de Tor. Ese día me habían llamado por la mañana desde la diputación de Lugo y me habían dicho que se iba a acercar a ver el rodaje la gerente de la red de museos, es decir, la mujer que podía parar el rodaje si se le antojase. El martes fui un manojo de nervios. Pasé toda la mañana pensando en la posibilidad de que cuando esa mujer entrase por la puerta y viese todas esas barracudas colgadas del techo, todos esos muebles movidas, focos, cámaras, gente corriendo de aquí para allá…. iba a pasar algo horrible. De repente llegó. Se bajó del coche. Morena, alta, imperial… me dio un miedo…. Lo primero que hizo fue preguntar en un tono bastante duro por mí. Me acerqué a ella y con sumo cuidado le dije que me acompañase a los diferentes sets de rodaje. Uno tras otro fui enseñándole las diferentes estancias y veía en su cara que en cualquier momento se iba a poner a gritar…. Pero amigos míos, la magia del cine a veces es tan poderosa que hace que te olvides del resto. La invité al set en el momento en el que Borja y Ana interpretaban la secuencia de amor y quedó encandilada, absorta mirando el combo y sintiendo la emoción que los actores desprendían… y de repente para acabar de convencer por completo a la mujer, apareció Pico, que al parecer era fan incondicional del actor. Pico comenzó a hablar con ella sobre el pazo, la interpretación… y la mujer al fin se unió al equipo. Ya era una de las nuestras. Desde ese momento pude disfrutar y centrarme en aquello que habíamos creado durante tantos y tantos meses….
Terminamos el comedor con todo el equipo emocionado por las actuaciones y pasamos al despacho. La idea era estar allí lo que quedaba de martes, el miércoles entero y parte del jueves ya que sin duda es la localización principal del corto. Momentos en los que se debate sobre el duelo, momentos en los que el Vizconde duda y sobre todo momento del final de esta historia que, por supuesto, no os contaré. Para la tarde empezamos a rodar secuencias con acciones de Signoles (Borja Luna). Limpiando el cañón de su flobert, escribiendo en el escritorio…. Otra vez más, el trabajo aquí de los chicos de arte fue espectacular. De hecho el trabajo de todos está siendo espectacular.
Y así transcurrió el segundo día de la grabación de un cobarde.
Ya por la noche, y al llegar a casa, reuní las últimas fuerzas que me quedaban del día y me senté a repasar los brutos que habíamos rodado el primer día. Tal y como había predicho, los actores estaban fantásticos, lo de Pico es de libro y Borja estaba haciendo un papel espectacular, también Miguel que, repito, esos aires de inescrutabilidad estaban dotando a su personaje de mucha fuerza dramática. Me dormí pensando que hasta el momento todo estaba yendo de maravilla…
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