CUARTO DÍA. ESTRECHANDO LAZOS

Se empezaba a notar bastante el cansancio, pero el equipo hacía lo que podía para mantenerse al 100 por 100. Hoy tocaba la cascada de Fócaro, otra de las maravillas del Courel. Esta cascada es bastante más pequeña que la de Vieiros, pero no por ello menos hermosa. A mí, particularmente, esta me gusta más. Al igual que con la otra, para llegar, tuvimos que recorrer un estrecho camino. El sitio está muy recogido, con una pequeña poza a los pies de la cascada y un pequeño riachuelo que corre libremente dirección sur. Es una cascada que queda dividida por la luz, en un maravilloso claro-oscuro. Aquí debíamos rodar otra de esas secuencias de Esliva y su conexión con la naturaleza: acciones cotidianas como beber agua de la cascada, coger algunas piedras de la charca, quedarse dormido a los pies del riachuelo… Charlie estuvo muy bien esa mañana. Por otro lado, el pobre Micky tuvo que vérselas negras para captar algo ya que, una vez más, el sonido de la cascada chocando contra el agua, apagaba el resto. Hubo una anécdota graciosa esa mañana. Dentro de la pequeña poza que se formaba cuando caía agua de la cascada, había un montón de piedras. De diversas formas, tamaño y peso, que para nuestra desgracia, entorpecían el plano. Así que se puso en marcha el equipo de producción y allí nos metimos dentro, Efren y yo. Quitando una por una todas las rocas hasta que el plano quedase lo suficientemente limpio. Un arduo trabajo recompensado después al ver el resultado tras el visor.

Recuerdo esa mañana por dos acciones puntuales, ambas protagonizadas por Charlie y que ayudaron a unir definitivamente al grupo: 

La primera, todos en círculo tomando un café y escuchándolo contar chistes... no vienen mal los momentos de relajación. Pero el momento emotivo, vino un poco más tarde cuando Charlie empezó a tocar su harmónica y todos escuchábamos como tocaba. Dos anécdotas más de las muchas que ha habido hasta ahora.

Para la tarde nos tocaba acercarnos otra vez a Vilar, pero no para rodar en el mismo sitio. Hoy necesitábamos unos planos generales de Esliva deambulando por su bosque, y aquel era el sitio perfecto. Parecían restos de murallas que se descolgaban sobre las laderas del monte. Era peligroso, sólo había que tener un poco más de cuidado que de costumbre, porque a cada lado, había caídas en pendiente pero nada más. Nadie salió herido hoy tampoco …. 

Bueno esto se va acabando, mañana será nuestro último día. Al escribir estas líneas ya siento pena.