TERCER DÍA. LA CASA DE ESLIVA

El tercer día de rodaje, después de la paliza física que supuso el día anterior, fue más relajado. No madrugamos demasiado y el rodaje era sólo en una localización.  Esta vez el equipo iba a quedarse fascinado con la Ribeira Sacra y más concretamente con el bosque de Castaños Milenarios que hay en Doade. Una vez más, todos quedaron maravillados con Galicia y sus lugares.  Por la mañana, nos esperaba la secuencia en la casa de Esliva. Sus ritos y costumbres que ayudarán a entender mejor el enigmático personaje que tratamos de crear. Para la tarde, algunos planos de él huyendo por el bosque. Y para la noche, el plato fuerte: Recrear una pequeña hoguera. Pero el cómo y las consecuencias, las dejo para después.

Así, nos pusimos todos en marcha. La primera tarea, era customizar la casa de Esliva. Mientras yo cortaba hilos gruesos, Micky se colgaba del árbol, cosa que le encantaba por cierto y Efrén nos ayudaba a colocarlos. Efrén se unió hoy al equipo en el departamento de producción. Una gran ayuda por cierto, siempre dispuesto a colaborar en cualquier tarea. Entre todos creamos un lugar único, que simulaba una especie de territorio mágico, aislado del mundo. Un lugar en el que Esliva pudiese meditar y sobretodo contemplar lo que a su alrededor estaba pasando. Para terminar, lo aderezamos con piedras pequeñas colgando de las ramas, que remarcaban aún más ese aspecto.  Un buen trabajo de un equipo que aunque reducido, muy comprometido con la causa. Los planos allí, simplemente fantásticos...

Con todo nos habíamos ganado una buena comida. Esta vez les llevé un poquito de empanada gallega con la que se chuparon los dedos, de la panadería de Carud, en Monforte de Lemos. Hoy definitivamente ganaron unos kilos de más.  Para la tarde noche, nos quedaban algunos planos- secuencia a través del bosque. Fue simpático ver a Charlie escapando por entre los matorrales, mientras Lois lo seguía con la cámara, Micky con la pértiga y yo con el dat. No tengo ni idea cómo pudimos salvar tantas silvas, ramas, desniveles… sin que ninguno de nosotros sufriera el más mínimo daño, pero vivimos para contarlo.  De ese día, destaco un plano que me dejó bastante alucinado. Ya en completa oscuridad, Esliva con una antorcha en su mano derecha, caminando por una amplia pradera hacia la luna, que ese día estaba muy baja. Era como una lucha entre un pequeño sol, que Esliva portaba y la gran luna. La antorcha por cierto, un trabajo de chinos llevado a cabo por Víctor, al que agradezco mucho su ayuda.

Y así, habiendo pasado el día, la noche se nos echó encima y llegó el plato fuerte de la jornada. La pequeña hoguera que colocamos próxima a la ficticia casa de Esliva. Fue una auténtica odisea el tema de la hoguera.  Efrén y yo, solos ante el peligro. La oscuridad de la noche, retrasó todo un poco. Utilizábamos unas linternas para ver algo porque de verdad os aseguro que ni tan siquiera nos veíamos los unos a los otros. Nos habían recomendado gasolina para que ardiera de una forma rápida y segura, pero parece ser que ahora las gasolineras sólo te la dan si llevas un recipiente en particular, cosa que obviamente nosotros no teníamos. Así que se nos ocurrió la idea de mezclar un poco de aceite de coche y aguardiente de orujo. ¡Esto es verídico¡. Nos pusimos manos a la obra. Primero mojamos bien con agua alrededor de la pequeña hoguera, luego recolectamos hojas y ramas secas y rociamos el coctel molotov…. Para nuestra sorpresa, al principio, ni tan siquiera ardió. Yo no sabía dónde meterme mientras el resto se partía de risa. Pero al cabo de un rato, todo comenzó a funcionar con normalidad. Y el resultado: unos planos curiosos de Esliva iluminado por el brillo del fuego, sus ojos que parecían estar más tristes que nunca… todos nos quedamos estupefactos mirando durante minutos la estampa, fue un momento bastante íntimo y es que creo que la hoguera hizo recordar a todos la atrocidad que habíamos visto el día anterior…